Reflexión N° 99999: La fuerza de los clásicos

El cáncer de la privatización de contenidos se cierne sobre mi amado ajedrez, obligándonos a crear cuentas para consumir publicidad que "paguen" las partidas que vemos; que no nos dejan crear análisis si no tenemos tal o cual subscripción activa... y más encima, copiamos esa práctica en diversos torneos latinoamericanos, de una forma más tibia: simplemente no subimos partidas.

¿Cómo dejamos que esta tremenda herramienta, Internet, en vez de usarla como puente para compartir nuestra cultura ajedrecística, pensamientos e investigaciones la terminamos tratando como un cajero automático?

Hojeando a los clásicos, un gran baluarte en estos tiempos grises, me encuentro de frente con la exquisita simpleza del pasado. Grandes jugadores que solo tenían su propio análisis, uno que otro libro, mucha paciencia y, los más afortunados, equipos de colaboradores. Ell@s escribieron nuestra historia, son los gigantes cuyos hombros nos sirven de piso para ver más allá. 

Es increíble la fuerza y el coraje de cada tratamiento y aquí me desmarco de las marcas registradas, de las modas Capablanquistas, Alekhinianas, prefiero darle un ojo a las partidas de  quienes no necesariamente tuvieron la corona, pero de seguro emparejaron el camino para que nuevas ideas triunfaran.

En el blog ya he hablado de varios hipermodernistas, pero no por eso he de dejar la escuela romántica de lado. Leyendo un poco, nos encontramos con tremendas historias de vida que, incluso en los comienzos del siglo pasado, consiguieron lo que hasta hace poco era un sueño: vivir del ajedrez.

Claro, muchos de ell@s murieron olvidad@s, pero sus partidas, vivirán, en cada charla con amig@s, en cada clase.

¡No olvides a los clásicos! ¡De ell@s tendrás colecciones de partidas enteras y análisis, muchas veces sin pagar un peso!

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